La vocación por lo público en la arquitectura

Por Humberto Eliash

Un día de verano del año 2000 mientras recolectábamos material para el libro “Fuentes de agua en Santiago de Chile” Manuel retomó un tema que le daba vueltas en la cabeza desde el año 1982 cuando participó junto a Cristián Boza y Hernán Duval en el concurso de anteproyectos de Remodelación de la Plaza Baquedano. Se le ocurrió dar vuelta la fuente alemana que regaló el gobierno alemán a Chile con motivo del centenario en 1910 y me dijo:

-Esa espectacular fuente se está perdiendo en el medio del parque forestal, hay que moverla hacia el oriente para que presida la plaza Baquedano.

Dicho esto, hizo unos esquemas a mano alzada y se fue al lugar a tomar fotografías para hacer un fotomontaje. Pocos días después lo desarrolló y lo presentó a la embajada alemana sin obtener un resultado positivo a sus pretensiones. Tomo este ejemplo para graficar que el interés de Manuel por el espacio público iba más allá de las buenas intenciones, más lejos que la mera retórica y más alto que los límites de un encargo profesional tradicional. Como éste, tenía muchos proyectos de intervenciones en espacios públicos en la cabeza que su prematura muerte no permitió concretar.

Cuando el año 2003 se le otorgó en forma póstuma el Premio América en Teoría e Historia a Manuel Moreno en la ceremonia realizada en la intendencia de Montevideo, se destacó su contribución al pensamiento arquitectónico latinoamericano en lo concerniente a teoría, historia y crítica y también a la concepción y defensa del espacio público.

En este ámbito su trayectoria fue muy destacada y aún desde su oficina de práctica profesional privada siempre logró hacer un aporte a la discusión sobre el rol público de la arquitectura. Su entereza física, su lucidez mental, su contagioso entusiasmo y su integridad moral colaboraron en esta tarea, logrando el respeto y admiración de varias generaciones de arquitectos tanto en ámbitos nacionales como extranjeros tales como los SAL, los cuales integró desde su origen en Buenos Aires el año 1985.

Como arquitecto diseñador, su vocación por los valores públicos se manifiesta en su obra principalmente relacionada al campo educacional e institucional, dejando un legado de más de 250.000 m2 edificados. Realizó innumerables obras nuevas para colegios y universidades, así como también importantes intervenciones en edificios de carácter patrimonial. El conocimiento adquirido como historiador e investigador le permitió intervenir dichos edificios destacando sus valores arquitectónicos y dignificando sus atributos urbanos. Ejemplos de esto son la remodelación de la Facultad de Derecho y de la Facultad de Geología de la Universidad de Chile, la ex Farmacia Andrade y la Sala Eloísa Díaz de la casa central de la Universidad de Chile. Llamado a colaborar en las tareas de la administración del alcalde Fernando Castillo Velasco en La Reina, se sumó a la tarea de ampliar y remodelar todos los colegios municipales de la comuna.

En el edificio del Ministerio de Obras Públicas y Ministerio de Justicia de Copiapó ha quedado impreso su compromiso por la arquitectura de uso público. La historia de este edificio comienza el año 1995 cuando René Morales director de arquitectura del MOP nos invitó a participar de una serie de seminarios y discusiones para producir una revisión de la arquitectura que hacía el estado y que dado el cambio de escenario sociopolítico parecía no encajar. René se encontraba disconforme con los resultados y sentía que junto con la recuperación de la democracia debía hacerse una autocritica para cambiar el enfoque de la arquitectura pública. Fernando Montes desde Paris y nosotros desde Santiago fuimos invitados a esa reflexión. La inquietud se concretó primero bajo la forma de seminarios internos y luego una asesoría a la Dirección de Arquitectura del MOP para hacer un estudio que se llamó “Revisión de la arquitectura pública en Chile”. Invitamos a Horacio Torrent quien se sumó a esta tarea de repensar la arquitectura hecha directamente por el estado incluyendo en esta reflexión a los propios arquitectos del MOP. Producto de ese estudio el MOP nos invitó a poner en práctica algunas de esas ideas en el proyecto de un nuevo edificio público: en ese edificio, que alberga las oficinas de las sedes regionales de ambos ministerios, se trabajaron diversos temas tales como arquitectura e imagen pública, gestión y control de gastos operacionales, control térmico, flexibilidad espacial, bajos costos de mantención, etc.

Su preocupación por lo público también está presente en su actuación como investigador y profesor a través de un importante legado de diversas publicaciones tanto en libros como revistas. Se destacó especialmente por su aporte a la valoración del patrimonio del siglo XX en Chile que se observa en su libro “Arquitectura y Modernidad en Chile 1925-1965” publicado en el año 1989, en el capítulo la Arquitectura Moderna en Santiago en el libro “De Toesca a la Arquitectura Moderna 1780-1950” (1996) y en “Revisión y Perspectivas de la Arquitectura Publica en Chile” (1996). Es autor de diversas investigaciones de la ciudad latinoamericana lo que está documentado en publicaciones como “La Conservación del Patrimonio del Siglo XX” (1996), “La Ciudad como Patrimonio” (1994), “La conservación de la arquitectura moderna” (1994), “La Ciudad Iberoamericana” (1992), entre otros. Algunos de estos han merecido premios y menciones de honor por diversas instituciones. Además publicó más de 50 artículos en revistas chilenas y extranjeras valorando el patrimonio moderno de nuestro continente y difundiendo su interés por la arquitectura y la ciudad de América Latina.

Su preocupación por el espacio público lo llevó a realizar varios proyectos autoencargados tal como lo fue el traslado de la fuente alemana. Uno de ellos es la remodelación de El Castillito en el Parque Forestal y la sede nacional del Colegio de Arquitectos de Chile, ambos edificios de alto valor patrimonial. En conjunto hicimos también un proyecto para ampliar el Museo Nacional de Bellas artes hacia su vecino natural, el MAC que implicaba trasladar el MAC al ala oriente de la casa central de la Universidad de Chile, subutilizada en ese momento.

Estos proyectos autoencargados más que una forma de conseguir un trabajo profesional, hay que verlos como verdaderos manifiestos proyectuales sobre el espacio público: un interés que Manuel supo imprimir a toda su acción profesional y que lo llevó a ser consecuente del principio hasta el fin.

Santiago, abril de 2010.

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