El nuevo edificio de la Universidad Finis Terrae, destinado al Centro de Investigación y Biblioteca (CIB), se plantea como una edificación de uso público que intenta consolidar el perfil institucional de edificaciones de media altura que caracteriza a la Av. Pedro de Valdivia. Se opone como primera decisión proyectual a la tendencia comercial de edificar torres según lo permitido por las normas locales.
Emplazado en una manzana de carácter residencial que ha ido mutando paulatinamente el uso de sus viviendas por equipamientos educacionales de la universidad, el proyecto intenta recomponer y propone la conformación de una nueva plaza de acceso enmarcada por la antigua Casa Vial y por el nuevo edificio, y establece una relación dialéctica entre lo existente como tradición y lo nuevo como una propuesta contemporánea acorde con el proyecto académico que lo sustenta.
El edificio se resuelve como un volumen simple de plantas libres en forma de “L” que aseguran la máxima flexibilidad de su uso. Esta simplicidad formal es el contrapunto que da origen a la complejidad visual de sus fachadas acristaladas que albergan lo traslúcido y lo transparente, y una doble piel que contrasta entre el día y la noche.